La palabra griega “charis” ocurre en el Nuevo Testamento más de 150 veces y aparece en nuestras biblias traducida generalmente como “gracia”. No es fácil tomar una palabra que aparece muchas veces y con mucha diversidad de aplicaciones, y desarrollar una doctrina que sea uniforme y consistente. Además, no se puede comprimir toda la verdad acerca de la gracia en una simple frase. La gracia es una de las perfecciones divinas o atributos en la naturaleza de Dios, la cual es ejercida en la salvación de los pecadores. Distinguidos creyentes han tratado el asunto de la gracia y se han esforzado para definirla y describirla.
Consideremos cuidadosamente algunas de sus opiniones. Dr. Dale: “Gracia es amor, un amor que va más allá de los clamores del amor”. La gracia no es algo que se le deba a los pecadores, no es algo que ellos merezcan; no es algo que ellos puedan reclamar. Alexander Whyte: “Gracia y amor son esencialmente lo mismo, solo que la gracia es amor manifestándose por sí mismo y operando bajo ciertas condiciones, y adaptándose a sí mismo a ciertas circunstancias. Por ejemplo, el amor no tiene límite o ley tal como la gracia lo tiene. El amor puede existir entre iguales o puede surgir hacia aquellos que están sobre nosotros, o puede fluir hacia aquellos que de alguna manera están por debajo de nosotros. Pero la gracia, por su propia naturaleza, tiene solo una dirección para tomar. La gracia siempre fluye hacia abajo. La gracia es en realidad amor, pero es un amor humillándose hacia criaturas indignas de ser amadas. El amor de un rey hacia sus iguales o hacia su propia casa real, es amor; pero su amor hacia sus súbditos es llamado gracia. Y es de esta manera que siempre el amor de Dios hacia los pecadores es llamado gracia”. Esta cita merece leerse nuevamente. Alexander Maclaren: “La palabra gracia es un tipo de taquigrafía para designar la suma de todas las inmerecidas bendiciones que vienen a los hombres a través de Jesucristo. Primariamente, esta palabra describe lo que nosotros, para usar una mejor expresión, llamamos una “disposición” en la naturaleza divina; y ésta significa la continua inclinación, incondicional, inmerecida, espontánea y eterna del amor perdonador de Dios. Pero no hay ninguna disposición ociosa o inactiva en Dios. Esta disposición siempre está energizada, y así la palabra se desliza de significar una disposición, a significar las manifestaciones y continua actividad de esta disposición. Entonces, la gracia de nuestro Señor es precisamente este amor en acción. Y luego, puesto que la energía divina nunca es infructuosa, la palabra va más allá, significando todas las bendiciones en el alma las cuales son consecuencias de la verdad prometida por la amorosa mano de Dios; el resultado en la vida del otorgamiento interior, el cual tiene su causa, su sola causa, en el incesante y exhaustivo amor de Dios, libre e inmerecido”. Esta cita debe ser estudiada
para obtener el mayor provecho de ella.
Phillips: “La gracia es algo en Dios que es el corazón de todas sus actividades redentoras, la continua y extensa disposición de Dios para inclinarse desde las alturas de Su majestad, para abrazar y tocar nuestra miseria e insignificancia”.
Analizando estas definiciones y descripciones de la gracia de Dios, encontramos que la palabra es aplicada en las Escrituras a tres cosas. Primero, la actitud o disposición del amor y favor de Dios hacia los pecadores es llamada gracia. Se dice que Noé halló gracia ante los ojos del Señor (Gén. 6:8). La actitud de Dios hacia él fue una disposición de amor y favor, y puesto que Noé era un pecador, esta disposición de amor fue en realidad gracia. Segundo, cuando Dios hace algo por los pecadores, esto es gracia. “Porque por gracia habéis sido salvados” (Efesios 2:8, Rev. 77). (Nota del traductor: El lector puede profundizar en este renglón estudiando los pasajes que hablan de la gracia común y de la gracia especial de Dios. En términos generales podemos decir que la gracia común es aquella que se refiere a todos los hombres en general (vea Mat. 5:45). La gracia especial es aquella gracia salvadora concedida al pueblo elegido de Dios, vea Hech. 13:48; 2Tes. 3:2). Tercero, Los efectos o frutos que la gracia forja en el creyente también son llamados gracia. Los dones o virtudes en los creyentes son producidos por la gracia de Dios que obra en ellos. Así, la disposición de los macedonios para dar “liberalmente” también es llamada gracia (vea 2Cor. 8:1). El dinero dado para los creyentes pobres de Jerusalén también es llamado gracia (vea 2Cor. 8:19). Las vidas cambiadas de las personas de Antioquía vistas por Bernabé también son llamadas la gracia de Dios (vea Hech. 11:23).
“¡Gracia! Este es un sonido encantador;
Armonioso al oído;
Que el cielo con su eco resonará,
y toda la tierra lo escuchara”.
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