¿Cómo la gracia salva? ¿Cuál es el “modus operandi” de la gracia? ¿Qué es lo que la gracia hace en la salvación?
1. La gracia nos salva de la culpa y el castigo del pecado colocándolos en Cristo. La gracia salva a través de castigar a Cristo en lugar del pecador. Cristo quitó la culpa de nuestros pecados a través del sacrificio de sí mismo (Heb. 9:26). Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero (1Pe. 2:24). El murió como el Justo por los injustos, para así traerlos a Dios, esto es, a Su favor. (1Pe. 3:18).
La justicia dice que mis pecados deben ser castigados, y que han sido castigados en mi Fiador, el Señor Jesucristo, el Fiador de un mejor pacto (Heb. 9:22). Fue en su gracia incomparable que el Señor Jesucristo liquidó la deuda de nuestros pecados, y sólo Él tendrá toda la alabanza.
“Nuestros pecados, nuestra culpa, en divino amor
confesados y llevados por tí;
La amargura, la maldición, la ira fueron tuyas,
para librar a los tuyos”.
“Gracia”, clamaba C.H. Spurgeon , “es todo por nada; Cristo gratuitamente, el perdón gratuito, el cielo gratuito”.
2. La gracia nos salva del amor del pecado y de un entendimiento entenebrecido. Esta puede ser llamada salvación interna, y es la obra del Espíritu Santo en nosotros. En esta obra, el Espíritu Santo abre los ojos ciegos del alma para que vean la verdad del evangelio. Pablo dijo que su evangelio estaba oculto para los que se pierden, debido a que sus mentes estaban cegadas (2Cor. 4:4). La muerte de Cristo no aprovecha al hombre que vive y muere sin fe en El. Y todos los hombres viviríamos así, si el Espíritu Santo no nos hubiera dado, por su obra, la luz y la vida espiritual. Las verdades espirituales le parecen locura al hombre natural, aunque la persona sea un profesor universitario, y nadie, solo el Espíritu Santo puede hacer a un hombre espiritual.
Por naturaleza y por adiestramiento, Saulo de Tarso era un perseguidor de la iglesia, un fariseo orgulloso de su propia justicia, pero la gracia forjó en él, el don del arrepentimiento y la fe. Fue la gracia quien le hizo enfermarse de sí mismo y enamorarse de Cristo. El había estado dependiendo para su salvación de sus ancestros hebreos, del rito de la circuncisión, de su
ortodoxia como fariseo, de su celo como un patriota perseguidor y de su propia justicia según la ley; pero cuando la gracia le reveló a Cristo en toda su dignidad, entonces el tuvo todas estas cosas como estiércol, regocijándose tan solo en la justicia que es por la fe en Cristo (vea Fil. 3:1-9).
La conversión es la obra del Espíritu Santo, y su obra en nosotros significa tanta gracia, como lo fue la obra de Cristo por nosotros en la cruz. Cristo forjó para nosotros en la cruz la liquidación de la deuda de nuestros pecados; el Espíritu Santo forjó en nosotros la convicción de pecado, y la fe en la sangre de Cristo como el solo y único remedio contra el pecado. “Gracia”, citando nuevamente a C. H. Spurgeon, “es la estrella matutina y vespertina de nuestra experiencia. La gracia nos puso en el camino, nos ayuda en el camino, y nos lleva durante todo el camino”.
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